Al norte de Aysén, en Puerto Cisnes, Nancy Barraza recibió una llamada en que le informaron que era compatible con un paciente con cáncer de sangre. Sin dudarlo, viajó casi 2.000 kilómetros para donar células madre sanguíneas y así salvar una vida.
Nancy Barraza se inscribió en 2019 como potencial donante de células madre sanguíneas. Lo hizo sin dudarlo y sin tener ninguna relación con cánceres en general, ni con el de sangre en particular. Al revisar la web, la analista ambiental descubrió que para registrarse, debía cumplir con algunos requisitos, como tener entre 18 y 55 años, vivir en Chile, gozar de buena salud y no tener algunas enfermedades como epilepsia, esquizofrenia, diabetes u otras. Requisitos que, en su caso, cumplía.
Desde ese momento, Nancy estaba disponible para ser donante con cualquier paciente del mundo con el que resultara compatible. No es algo menor: a nivel mundial, cada 27 segundos una persona es diagnosticada con alguna enfermedad asociada al cáncer de sangre. Algo que en Chile ocurre cada dos horas.
Pero Nancy se registró y se olvidó de eso. Hasta hace poco. Casi tres años después de su registro, recibió una llamada diciéndole que había hecho match con un paciente y para realizar la donación debía viajar a Santiago.
No era algo del todo simple. Nancy vive y trabaja en Puerto Cisnes, en la bahía del canal de Puyuhuapi, frente al Parque Nacional Isla Magdalena, a 196 kilómetros de Coyhaique. Y a 1.800 de la capital. La distancia, dice, fue lo de menos. “Si yo me inscribí como potencial donante, ahora no me podía echar para atrás”, afirma.
Viajó durante cuatro horas por tierra desde Puerto Cisnes a Balmaceda y, después, tomó un avión a Santiago acompañada por Magdalena Reus, coordinadora de donantes de la Fundación. Finalmente, un martes de diciembre, donó.
Al terminar el procedimiento, Nancy se enteró que el receptor de sus células madre sanguíneas, su Hermano de Sangre, es un hombre de entre 30 y 40 años que vive en Latinoamérica. “Me emocioné mucho al saberlo, pero la verdad es que para mí, si era hombre, mujer, niño o niña, daba lo mismo. Yo lo que quería era ayudar”, cuenta.