Historias de familias

Una familia de médicos

Los Guzmán Cárcamo han dedicado su vida a la salud: Sergio Guzmán es urólogo, Claudia Cárcamo es neuróloga e Ignacio va en su tercer año de medicina. Aunque sus padres no conocían DKMS, el apoyo fue unánime y explicarles que donaría sus células madre sanguíneas fue más familiar que en otros casos.

20/12/2021

Por Tomás Basaure E.

Ignacio Guzmán escuchó por primera vez de DKMS en una campaña que se hizo en el Colegio Alemán, pero en esa oportunidad no se pudo registrar al ser menor de edad. En 2019, durante su primer año de medicina y convencido de convertirse en un potencial donante, dejó sus muestras en un stand de la Fundación que se acercó a la universidad.

No fue hasta mayo de este año y todavía en pandemia, que lo contactaron para decirle que era compatible con un paciente. “Fue súper emocionante. Estaba estresado, en mitad de la cuarentena y me llamaron. Al tiro es como la idea de que haya alguien que está necesitando. Yo dije “obvio”, porque es pensar en todo el sufrimiento que debe tener una familia, una persona, y tratar de ayudar en lo que se pueda”, cuenta.

En ese momento comenzaron las conversaciones con su familia: por un lado, con su papá y, por otro, con su mamá. A ambos les contó que podría ser el donante indicado para salvar la vida de otra persona y que, de donar parte de sus células madre sanguíneas, tendría que hacerlo por extracción de médula ósea: un método ocupado en el 15% de los casos, realizado bajo anestesia general y que requiere de dos a tres de días de hospitalización.

Donante DKMS Ignacio Guzmán y su padre Sergio Guzmán

Ignacio junto a su papá Sergio Guzmán

“Cuando le dijeron que estaba en ‘reserva’, yo no le tomé tanto el peso de lo que iba a significar, a pesar de que se supone que sé un poco del tema. Pero después, cuando le confirmaron y nos empieza a explicar que son tres días hospitalizado, ahí como papá uno se pone más nervioso, aun sabiendo que era algo tranquilo y de poco riesgo. En el fondo, felices de respetarlo, él estaba tranquilo y súper decidido. Es altruismo puro, ni siquiera sabe para quién son sus células”, reconoce Sergio Guzmán, al teléfono.

Una emoción similar sintió Claudia Cárcamo: “Súper contenta del corazón de Ignacio. Estaba muy emocionado de tener la posibilidad de poder hacerlo, de que hubiese hecho match con alguien que necesitaba. Lo encontré muy heroico. Ahora, por supuesto que después como mamá uno empieza a pensar… Te dicen que es con anestesia general y no deja de dar cierto temor, pero en general muy contenta y orgullosa de Ignacio”.

Donante DKMS Ignacio Guzmán, su madre Claudia Cárcamo y sus hermanos

Al centro: Ignacio junto a su mamá Claudia Cárcamo. A los costados: sus hermanos estudiantes de odontología e ingeniería.

Padres y médicos

A pesar de que Sergio Guzmán es urólogo de la Clínica Las Condes experto en cáncer, y de que Claudia Cárcamo es neuróloga del Hospital UC Christus, ninguno de los dos había escuchado antes de la Fundación DKMS. “Aunque parezca increíble, yo no sabía y eso que trabajo en medicina, soy urólogo y veo cáncer urológico, pero no tenía idea de la Fundación. Aprendí con Ignacio”, dice Sergio. Por su parte, Claudia conocía al doctor Francisco Barriga, “pero la verdad es que a pesar de eso no conocía la Fundación”.

Y es que quizás así funcionan los caminos de médicos, padres, donantes y pacientes: topándose en la vida y con DKMS cuando menos se lo esperan. “Cuando fue el día de la hospitalización, fui con Ignacio al hospital. Ahí llegó el hematólogo y nos explicó”, recuerda Claudia sobre la donación en el Hospital de la Universidad Católica.

Sobre la decisión de su hijo, Sergio lo resume con orgullo: “Es un acto generoso, un acto de él, pensado por él, es súper bonito”.

—¿Qué le diría a otros padres y madres que pueden estar en la misma posición con un hijo o hija que va a donar y se enfrentan a las mismas dudas?

S.G.: “Primero, diría que es normal que estén asustados, pero que hay que valorar lo positivo de un acto así. Segundo que los riesgos son muy bajos. Y tercero, la Fundación se portó muy bien y tomaron precauciones totales, casi para mi gusto exageradas, de cuidarlo en el pre y post operatorio. Obviamente no es un riesgo tan grande versus el gran beneficio que puede ser para alguien, sobre todo si es por el método más tradicional de aféresis, que es menos agresivo para el donante y el beneficio es gigante. Debiera ser puro orgullo y muy poco nervio”.

C.C.: “Creo que es súper importante entender la voluntad de estos lolos de querer donar. Es un acto súper lindo y que hay que estimularlo. Ahora, en relación a los riesgos, son muy bajos. La Fundación le hace todos los chequeos y estudios necesarios, los médicos que participan en el equipo son excelentes, como personas y en sus trabajos. Siempre puede existir la posibilidad de imprevistos, pero es parte de la vida también. Entonces, creo que hay que ver el lado positivo: que es un beneficio gigantesco para la persona que va a recibir, y para el donante también, la alegría que significa poder ayudar a otra persona yo creo que es demasiado significativo”.

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