Tras el fallecimiento de su papá y el tratamiento de cáncer de su hermana, Nicolás Cortés puso en práctica los valores que aprendió en su familia: el respeto y solidaridad hacia los demás. Deseoso de trabajar por los pacientes con cáncer de sangre, ya lleva más de tres años en el Voluntariado DKMS.
“Lo que me inspira de la labor de DKMS, es simple y está relacionado con uno de sus slogans: ‘Salva una vida en vida’. Es muy potente y, a su vez, esperanzador para aquellos que necesitan un donante compatible”, cuenta Nicolás Cortés sobre uno de los motivos que lo llevaron a trabajar por los pacientes con cáncer de sangre.
El menor de cuatro hermanos, reconoce que siempre creció admirando a los mayores quienes le enseñaron a ser una persona “mejor, correcta e íntegra”, mientras que su madre y padre le inculcaron valores como el “respeto, la humildad, y la solidaridad hacia al prójimo”.
Su papá le enseñó todo lo que pudo, hasta que falleció en 2009. “Fue un golpe duro y días muy complicados, ya que la pérdida de un ser querido nunca es grata de vivir. La mayoría de los hijos desean que sus padres sean eternos”, dice y agrega: “Esta pérdida me hizo replantear lo importante que es la vida y dar gracias a Dios por tener a mis hermanos y madre con vida”.
Esta idea y sus ganas de ayudar a otros se estrecharon aún más cuando su hermana vivió tres cánceres distintos hasta que recibió el alta. “Es el mejor ejemplo de perseverancia, valentía y lucha que he visto. Es mi ‘solcito sobreviviente’, ya que me da esperanza y ánimo cada vez que estoy en una situación compleja. Tan solo cierro los ojos y recuerdo sus pasos para recuperarse, cuando los abro, me digo a mí mismo que debo ser fuerte y creer en mí”.
Esta experiencia lo llevó a aprender sobre los distintos tipos de cáncer y, cuenta, despertó el deseo de ser parte de una organización para prevenir los cánceres. Durante su búsqueda, se topó con una publicación de DKMS Chile. “Comencé a indagar sobre la Fundación y sentí el llamado de mi corazón para ser parte de esta admirable organización. En DKMS pude corroborar ese deseo que tenía de encontrar algo que me llenara y de ayudar con un granito de arena a su gran misión”, recuerda.
Apoyado por su mamá, primero se registró como potencial donante de células madre sanguíneas, siendo una de las más de 120 mil personas registradas en Chile. “Quise ir un poco más allá y me inscribí como voluntario de DKMS, ya que no basta con ser un potencial donante. La misión que tiene cada voluntario es alcanzar a más potenciales donantes que puedan dar una esperanza de vida a alguien que lo necesite. Llevo tres años en el voluntariado y puedo decir que ser parte de la familia DKMS ha sido una experiencia única y gratificante”.
“Mis anhelos son seguir compartiendo actividades, campañas y reuniones con la Fundación. Me gustaría que DKMS fuese más reconocido en la opinión pública y apoyado por el sector privado. Para así agrandar la linda misión que tiene: alcanzar a más potenciales donantes y dar esperanza a todos aquellos que viven con cáncer de sangre”, reflexiona.