La leucemia linfoblástica aguda (LLA) es un cáncer del sistema linfático que provoca la proliferación descontrolada de linfoblastos en la médula ósea. Es la neoplasia más común en niños de 2 a 6 años. Afecta la producción de glóbulos blancos, impidiendo la formación normal de células sanguíneas.
La leucemia linfoblástica aguda (LLA) es una neoplasia maligna del sistema linfático, producida por un crecimiento descontrolado de linfoblastos, que afecta principalmente a los jóvenes. Es la neoplasia más común entre los niños, especialmente entre los 2 y 6 años, y representa entre el 30% a 75% de los diagnósticos de cáncer de sangre en ese rango de edad. Si bien su incidencia anual es de 2 casos por cada 100.000 habitantes. La leucemia linfocítica aguda es una enfermedad que afecta a la médula ósea y la sangre.
Al igual que la de tipo mieloide por mutaciones genéticas, la leucemia linfoblástica aguda se genera por una sobreproducción de células en la médula ósea. En este caso, se trata de células linfáticas inmaduras de la médula ósea llamadas linfoblastos, que son células leucémicas. Es también de progresión muy rápida y los síntomas se derivan especialmente de la ocupación medular y el desplazamiento de las células hematopoyéticas sanas. La diseminación de las células leucémicas impide la producción normal de glóbulos blancos y afecta especialmente a los niños.
La leucemia linfoblástica aguda tiene una presentación muy variable, produciendo síntomas dispares de un paciente a otro en su localización, intensidad y duración. Puede iniciarse como un cuadro febril prolongado asociado o no a infecciones de diversos grados de severidad y que no responden a tratamientos habituales o, directamente, a las manifestaciones de la insuficiencia medular como la leucemia mieloide.
Muchas veces los primeros síntomas pasan inadvertidos y son achacados a patologías comunes, pero la enfermedad progresa inexorablemente, produciendo síntomas más específicos como la anemia, hemorragias y fiebre. Los dolores de huesos a veces severos junto con la sudoración nocturna excesiva son también comunes en leucemia linfoblástica. En algunos casos, los niños pueden presentar infecciones recurrentes.
En el examen físico del paciente con leucemia es frecuente detectar ganglios linfáticos inflamados así como aumento en el tamaño del hígado y bazo.
Un diagnóstico temprano es crucial para el tratamiento eficaz de la leucemia linfocítica. El pronóstico para los pacientes con leucemia linfoblástica aguda (LLA) varía considerablemente según diversos factores. La médula ósea en estos pacientes suele estar afectada por células leucémicas. Generalmente, los niños presentan un pronóstico más favorable que los adultos, debido a su respuesta a tratamientos convencionales como la quimioterapia y otros medicamentos.
El pronóstico también depende del tipo de células afectadas, la velocidad de respuesta al tratamiento y ciertas anomalías genéticas. Los médicos consideran estos factores para elaborar un tratamiento personalizado que aumente las probabilidades de remisión y disminuya el riesgo de recaída. Los médicos utilizan medicamentos para tratar efectivamente esta enfermedad. Los avances en ensayos clínicos siguen mejorando las tasas de supervivencia de esta enfermedad.
Los síntomas y cambios en la salud del paciente deben ser monitoreados constantemente. Hay varios factores que incrementan la probabilidad de desarrollar leucemia linfoblástica aguda (LLA). Entre estas predisposiciones están los cambios en los cromosomas. Entre ellos se incluyen predisposiciones genéticas, donde los cambios cromosómicos tienen una influencia notable. Asimismo, la exposición previa a tratamientos de cáncer o radiación es un riesgo significativo.
Investigaciones indican que tanto niños como adultos con antecedentes familiares de LLA poseen un riesgo mayor. Sin embargo, la mayoría de los niños diagnosticados con leucemia no muestran factores de riesgo obvios, pero es crucial seguir estudiando para comprender mejor la complejidad de la enfermedad. La LLA pediátrica y adulta requiere de diferentes enfoques.
La leucemia linfoblástica aguda (LLA) sigue un tratamiento riguroso, que inicia con quimioterapia para destruir células leucémicas. Este tratamiento se administra en etapas: inducción, consolidación y mantenimiento, con el objetivo de alcanzar la remisión. Aunque la quimioterapia es vital para lograr la remisión, trae consigo efectos como fatiga, náuseas y una mayor vulnerabilidad a las infecciones debido a la supresión inmunológica.
La terapia administrada incluye también la radioterapia para tratar la LLA. Aparte de la quimioterapia, se utilizan tratamientos como radioterapia y, en casos críticos, el trasplante de células madre. Estos enfoques, multidisciplinarios por naturaleza, buscan maximizar la destrucción de células leucémicas minimizando el daño a las células normales.