Historias de donantes

Un proceso sencillo

Mientras Daniel Guerrero estaba de vacaciones, lo llamaron para decirle que era compatible con alguien que necesitaba de sus células madre sanguíneas. “Es fácil salvar una vida. No duele y no hay nada que temer”, cuenta. Este es su relato en primera persona sobre su proceso de donación.

13/10/2021

Durante octubre buscamos llegar a los 100 mil potenciales donantes registrados y, mientras eso pasa, queremos destacar las historias de aquellos que han sido llamados para entregar una segunda oportunidad de vida. A continuación, el relato que Daniel Guerrero entregó en 2020.

“Supe acerca de DKMS gracias a un amigo, quien fue uno de los organizadores de una de las campañas. Me motivó poder ayudar a su hija, así que me registré de forma online en septiembre de 2019.

En febrero estaba de vacaciones, paseando con mi familia cuando recibí una llamada. Se me puso la piel de gallina. Al igual que yo, mi señora se emocionó. Todos se sentían parte de esta misión y me apoyaron en todo momento. Es emocionante saber que en vida se puede salvar una vida”.

El proceso es relativamente sencillo, solo importa la disposición de las personas. Hoy tenemos toda la tecnología, lo que hace que el procedimiento sea muy seguro e indoloro. Sólo me dolieron los pinchazos del retorno sanguíneo, pero son igual a las inyecciones contra un resfrío.

Lo más complejo fue tener inmóvil uno de mis brazos durante todo el tiempo que dura la donación de las células madre sanguíneas, pero me sentí tranquilo y seguro, ya que estaba en buenas manos. Me sorprendió que con solo estar cinco horas conectado a una máquina puedes salvar la vida de otra persona. Yo no me lo esperaba, creí́ que era más tiempo. Sin pensarlo, lo volvería a hacer.

Sé que mis células son para una niña de Sudamérica, de entre 13 y 16 años, que ahora tiene toda una vida por delante. Me siento orgulloso al saber que pude salvar una vida. Estoy seguro de que con la experiencia que me tocó vivir, más de alguno de mis familiares también estarán dispuestos a ayudar sin pensarlo. Es fácil salvar una vida. No duele y no hay nada que temer”.

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