El estudiante de 19 años estaba en su casa cuando lo llamaron para decirle que era compatible con alguien. “Quedé en shock, fue muy emocionante”, recuerda. Como voluntario de la fundación, dice que no tuvo muchas dudas e invita a los demás a “dejar el miedo o la vergüenza de lado e inscribirse”.
Durante octubre buscamos llegar a los 100 mil potenciales donantes registrados y, mientras eso pasa, queremos destacar las historias de aquellos que han sido llamados para entregar una segunda oportunidad de vida. A continuación, el relato que David Cid entregó en 2019.
David Cid estaba en su casa viendo tele cuando recibió una llamada a su celular. Hace menos de un mes se había inscrito como potencial donante de células madre sanguíneas en DKMS, por lo mismo, sintió como una sorpresa que lo llamaran tan luego. “Me llaman diciéndome que era un posible donante para una persona con cáncer a la sangre y yo quedé como ‘¿en serio?’”, cuenta el joven de 19 años y agrega: “Quedé como en shock, pero, a la vez, fue muy emocionante”.
“La persona que me llamó me preguntó si es que estaba dispuesto a donar y yo le dije que sí”, recuerda David. Esa confirmación llevó a que le explicaran en qué consistía el proceso, los exámenes que tendría que hacerse, como el de sangre para verificar la compatibilidad, y el traslado a Santiago. Asegura que no tenía muchas dudas ni preocupaciones, porque como había participado como “voluntario en la campaña, ya manejaba la información, todo y estaba seguro de lo que estaba haciendo”.
“En mi donación fue por aféresis, que es conectarse a una máquina donde se filtra la sangre, prácticamente, y se sacan sólo las células progenitoras, el resto vuelve al cuerpo”, explica el estudiante de segundo año de tecnología médica. “El proceso la verdad es que no es nada complicado, tampoco doloroso, o sea, el pinchazo de una aguja, el normal, pero no es algo que sea del otro mundo ni que vaya a pasar algo malo”.
Para David, la razón por la que debía emprender el proceso estaba clara: “Mi motivo fue el ayudar a otra persona”. Sin saber mucho de quien recibiría sus células, las entregó. “No le había puesto cara, simplemente para mí era una persona que necesitaba de mí. Y si yo podía ayudarlo lo iba a hacer. Independientemente fuera niño, adulto, mujer, hombre, daba igual”. Lo que sí conocía era que tenía su misma edad. David reconoce que “es complicado el poder no tener alguien que lo pueda ayudar, como en muchos casos que ha pasado. Entonces, igual es algo que, al menos yo, volvería a hacer”.
“Es un proceso en el que obviamente a uno le da incertidumbre e igual se preocupa un poco, pero por parte de la fundación siempre hubo un acompañamiento e información”, aclara David, quien hace un llamado a “que no tengan miedo, que tampoco tengan vergüenza al preguntar, porque mucha gente no se inscribe ni tampoco se acerca los stands por vergüenza”. Haz como David y acércate, resuelve tus dudas con nosotros. Podrías ser el donante de alguien que lo necesita.