Kimberly Zagal es una estudiante de 20 años. Nunca había oído sobre la donación de células madre sanguíneas, pero en cuanto conoció a DKMS se registró de inmediato. “Imaginen la felicidad que le pueden brindar a esa persona, a poder seguir con su vida cuando todo estaba acabado”. Aquí, su relato.
“Me registré por una campaña en mi lugar de estudios. En ese instante me enteré sobre lo difícil que es para una persona con cáncer de sangre encontrar a alguien que sea compatible. Me llamaron una vez, pero finalmente optaron por otra persona. Me sentí un poco triste la verdad. Por eso, cuando me llamaron por segunda vez, diciendo que esta vez sí era la donante compatible, sentí una alegría tremenda.
Aunque tenía incertidumbre por la pandemia que estábamos viviendo, saber que podría ayudar a una persona me motivó. Cuando me llamaron, estaba en cuarentena total, no podía salir de mi hogar, ir a estudiar, ni ver a mis seres queridos que no viven conmigo. Mi familia tenía miedo de que saliera, porque podría contagiar a mi abuela que vive con nosotros. Además, podría traerme consecuencias negativas para mi trabajo ausentarme, pero finalmente me apoyaron en todo.
Me sentí muy bien atendida, estuve animada y cómoda, ni siquiera sentí que pasarán tantas horas. No esperé estar tan acompañada siempre, ni que estuvieran tan preocupados por mí. En ningún momento me sentí mal o incomoda; y recalcar todo el cuidado que tuvieron ante la prevención por la pandemia.
Mi principal preocupación era que me doliera o me sintiera agotada como para desvanecerme. La verdad es que sólo me dolió cuando me pusieron las agujas. Un dolor parecido a un “pellizco”, no más fuerte que eso.
Sé que mi donación va a un hombre de entre 30 y 40 años. Me gustaría algún día poder comunicarme con él. Espero que nada lo frene en esta vida. Lamento tanto que tenga que pasar por esta situación, pero espero poder ayudarlo con esto y brindarle una nueva visión de su futuro.
Como yo pude, cualquiera puede hacerlo. Cualquier persona sana puede regenerar sus células madre, entonces, ¿por qué no ayudar a quien las necesita tanto? Sólo pienso en una persona, que tiene su vida por delante y de repente se le cruza una enfermedad, acortándole cada vez más sus sueños, su tiempo con sus seres queridos, mientras espera que algún tratamiento le funcione. Imaginen la felicidad y esperanza que le pueden brindar a esa persona, a poder seguir con su vida cuando estuviere todo acabado para él. Imaginen la posibilidad de que una persona en millones sea compatible contigo.
Para mí, ser donante significa dar esperanza, brindar una nueva visión de la vida de un paciente con cáncer, darle nuevas metas y propósitos”.