Alcanzar los 100 mil donantes registrados y entregar 100 donaciones era un sueño que se concretó en casi 4 años. DKMS Chile, autoridades, voluntarios y pacientes se reunieron el 14 de noviembre para celebrar el hito y agradecer a quienes dan esperanza ante un diagnóstico como el cáncer de sangre.
Grullas de papel se posan desde temprano en un pedacito del Parque Uruguay, en Andrés Bello 2115, Providencia, para celebrar una meta que hasta hace unos años se veía lejana. Desde 2018 a la fecha, la Fundación DKMS Chile ha registrado 100 mil potenciales donantes y ha entregado 100 segundas oportunidades de vida a pacientes con cáncer de sangre. Entre miembros del equipo que arman mesas y toldos, que despliegan manteles, formularios y kits, cuelgan destellos alados que simbolizan esperanza: 900 aves doradas y 100 rojas.
“Un número que soñábamos con alcanzar hace un tiempo, no pensamos que lo íbamos a lograr tan rápido. Sin embargo, aquí estamos, muy felices y agradecidos de todos”, confiesa Ignacia Pattillo, una de las dos directoras ejecutivas de la Fundación.
De a poco se acercan ciclistas y patinadores que pasan curiosos por la CicloRecreoVía, familias con perros, con guaguas, con ganas de saber de qué se trata todo esto. Circulan amigos que conocen la fundación y parejas que no tenían idea que las células madre sanguíneas se podían donar entre desconocidos, un proceso que Fernanda Pino tiene claro. Hace 10 meses que es voluntaria de DKMS y hoy está encargada de responder las preguntas de la gente. “Estudio enfermería y me encanta ayudar a las otras personas. Poder donar un poco a una fundación tan grande es algo impagable, porque nosotros con tan pocas cosas ayudamos a tantos”, dice.
Las personas se sacan fotos, depositan su kit en el buzón y tocan un timbre que sonará cerca de 100 veces en toda la jornada. Un sonido familiar que, de lunes a viernes, avisa cuándo se ha encontrado a un donante compatible. Cualquiera podría ser el gemelo genético de un paciente al otro lado del mundo. Así le sucedió a Ignacio Guzmán, joven de 21 años que en 2019 se registró en su universidad y que en julio de este año donó a través de médula ósea.
“Ojalá todo el mundo estuviese inscrito para ayudar a la mayor cantidad de gente posible. Feliz de haber sido parte y lo volvería hacer. Es un esfuerzo muy pequeño en comparación a todo lo que significa una vida para otra persona”, dice el estudiante de medicina, quien es uno de los 32 mil hombres del registro, los que se concentran entre los 21 y 34 años.
Frente a este 29% de hombres y 71% de mujeres, Anette Giani, directora ejecutiva de la fundación, desafía al primer grupo a inscribirse y llama a todos a trabajar por un objetivo. “Soñamos con que cualquier persona que requiera el trasplante tenga acceso al tratamiento y encuentre a su donante idóneo. Ojalá que todas las personas que viven en Chile y cumplen con los criterios, se inscriban. O un mínimo de un millón para el año 2030”, dice.
En la mesa, un minuto se demora en caer la arena de un lado al otro del reloj. Un minuto por cada mejilla interior deben pasar los cotonitos. Un minuto se debe esperar para que se sequen y luego guardarlos en el kit. De esperas y esperanza se trata todo esto, una especie de carrera contra el tiempo en la que mantenemos la delantera a medida que se registra más gente. “Esta gran cantidad de potenciales donantes va a permitir darle una segunda oportunidad de vida a más pacientes, ya que aumenta la probabilidad de que encuentren donantes”, acota Pattillo.
“Hoy, casi cuatro años después de su llegada a Chile, estimamos que uno en dos pacientes ya tiene la opción de encontrar un donante 100% compatible dentro de todas las bases de donantes no emparentados”, explica Giani. Y agrega: “Si sacáramos estos 100 mil donantes de la base, bajaría la probabilidad desde un 50% a un 30%. Es decir, sólo una persona en tres tendría esa oportunidad de encontrar a su donante más idóneo”.
Cuando las posibilidades no eran tales, Ignacio Marín encontró a su gemelo genético. “Fui trasplantado entre los 9 y los 10. En esos tiempos DKMS no estaba en Chile. Buscar el donante fue difícil y, al final, encontramos una donante en Zimbabue, que era 90% compatible conmigo”, cuenta. En 2019, DKMS facilitó su encuentro con Josie: “Es una segunda madre para mí, porque una madre es quien te da la vida, ella es quien me dio una segunda oportunidad para vivir”.
La importancia de aumentar el registro se manifiesta en los datos, donde la urgencia es imperativa: cada dos horas en Chile, una persona es diagnosticada con una enfermedad mortal a la sangre. “Necesitamos que todos cooperen para que podamos encontrar vías de solución. Empatizar, ser un poco más humanos y cooperar. El llamado es un poco ese hoy día, que las personas se sigan inscribiendo”, dice Andrea Balladares, Subsecretaria de Desarrollo Social, mientras en su mano sostiene el comprobante de su registro.
“En Chile, público-privadamente se diagnostican 580 niños con cáncer por año y aún sigue siendo la segunda causa de muerte en niños. De ellos, alrededor de 80 requieren un trasplante por año en el país. Por lo tanto, el poder ofrecer esta oportunidad de vida a través de los donantes que ofrece DKMS es una tremenda oportunidad. En nuestra experiencia, estos 32 trasplantes han sido tremendamente exitosos”, añade Julia Palma, Directora Nacional del Comité PINDA y jefa de la Unidad de Trasplante del Hospital Luis Calvo Mackenna.
Este éxito se debe, también, al trabajo en conjunto con otras fundaciones y grupos como las Oncomamás, una corporación de madres y padres de niños con cáncer presente en todo el país. “Han entregado gran parte de su tiempo todos los días, aún con sus hijos a veces en tratamiento para poder mejorar las condiciones de las familias con cáncer. En cada ciudad a la que hemos ido, nos han ayudado a correr la voz, a organizar campañas, han ayudado a pacientes que están en búsqueda”, comenta Ignacia Pattillo, antes de continuar con la jornada.